The blower's daughter

Los días de Enero son fríos, a veces con viento y en ocasiones llueve, lo cual hace que todas las mañanas uno despierte con ganas de café, desayuno a la cama y no salir de ahí hasta mediodía.
Pero eso que uno llama vida se interpone y toca levantarse, darse un baño y empezar una mañana más.
A eso de las 9 me tomo un café y apresuradamente reviso el mail, las redes sociales y los chats de whatsapp, coño! como le gusta escribir sinsentidos a la gente!
Escucho alguna playlist nueva y los 5 minutos que la taza se mantiene caliente no pienso en nada.
Ocasionalmente, que es una forma de decir religiosamente, me quedo perdido un par de minutos extra mirando al cielo y pensando en cualquier cosa o pensando en nada.
Aunque la mayor parte del tiempo repito mental y casualmente una frase de alguna canción en mi cabeza una y otra vez.
Estos 15 minutos son una parte del día que he ritualizado desde hace tiempo, es mi momento especial del día, en el cual me permito ser tanto como pueda, tan cursi como pueda, tan impaciente como pueda, tan gracioso como pueda, tan irritable como pueda, etc. dependiendo claro está de como pinte mi mañana.
Después de este instante me siento en paz.
Es mi catarsis diaria, todos los días me libero y en esa paz me encuentro y me siento contento.

Somos karmanautas, pensé en el último sorbo (ese que siempre sabe un mucho frío), en una prisión sin límites que habitas cuando cierro los ojos, en el recuerdo hermoso que dejas en mi, donde soy libre de distorsionar los eventos sucedidos donde no te vas y te quedas todo el fin de semana.

Te gusta Tame impala?
Hay una canción que me recuerda a ti, le dije.
Cuando la escucho te imagino bailando y me gana la risa, no por burla, más bien porque me pone contento.

No estoy seguro si es mi imaginación o si en verdad el tiempo pasa más rápido ahora.
Mejor dicho, hay más eventos por unidad de tiempo, situaciones que antes tomaban días ahora pasan en horas. Todo corre a un ritmo distinto.
Pensaba que había perdido la noción del tiempo, pero es más bien que aún no me ajusto al tiempo acelerado que vivimos hoy en día, por ejemplo seguido pienso que es martes y es viernes, a veces despierto a las 6 y resulta que son las 8.

Y ahora estoy feliz una tarde y tengo la sensación que llevo semanas así.
Veo el cielo por horas y han pasado 10 minutos. Siento que tu mano es muy grande, pero es tu alma.
Y sin quererlo también noté que mis días de tristeza se han reducido a un par de minutos cada 8 meses.

Una ocasión vi una cinta rumana, o de algún lugar extraño de Europa del este, no recuerdo bien, con un argumento sumamente extraño, inolvidable. Lo curioso es que recuerdo que solo la pasaron una vez, esa vez en el canal cultural de televisión abierta, entonces era muy aficionado a sus funciones de media noche. Con el tiempo conocí gente que en charlas de madrugada me comentaron que la vieron también,  y se sumaron más y más a la lista de los que decían que la vieron esa noche.

Es una cinta muy rara, que no he podido encontrar en ningún lugar, y es mejor así, sin embargo solo la vi una vez, y a menudo me pregunto si todos los que necesitabamos verla la vimos aquella noche, la sincronicidad de una función de media noche con personas repartidas por todos lados me hace creer (mejor dicho me reafirman) que las coincidencias no existen.

Me gusta tu forma de caminar, me produce gracia y ternura a la vez.

Cuando murió Benedetti en aquel fatídico 2009 algo se rompió dentro de mi, no puedo explicarte que fue con precisión... mi alma era un claro ejemplo de kintsugi en ese entonces, el 2009 no fue mi año, ni tampoco el anterior ni el año que vino después, a veces uno tiene el alma fragmentada pero unida, en pie aún por aquellas personas y momentos que siempre lograron cimbrarme, sostenerme cuando llegó el vendaval.

Sin embargo el año pasado hubo muchas perdidas significativas para mi, no precisamente personas, pero los proyectos también mueren, algunas esperanzas y ¿porqué no decirlo?, algunos recuerdos.
Entonces sentí que había que repararme de nuevo, adornar las grietas y empezar a sanar.
Como muchas otras veces a lo largo de mis días.
Cosa curiosa, me encontré con que cuando apenas me disponía a salir ya estaba fuera.
Entonces pude notar por pequeños eventos cotidianos que el tiempo está acelerado.
Todo tarda menos en llegar y en irse.

No sé si todos se dan cuenta o logran percibirlo pero cada día hay cosas nuevas, alguien inventa algo desconocido hasta entonces, las noticias hablan que en tal universidad han descubierto una cura prometedora contra una enfermedad que hace 10 años parecía incurable, Bob Dylan gana un Nobel,  hay nuevos sabores de helado y todas las tardes al salir de clases alguien da su primer beso y entonces el mundo es diferente para todos.

Yo me enamoro por 2 semanas que se sienten como 8 años, y miro atrás y siento que han pasado decadas desde que fui quien era, desde aquellos años en que nada nuevo pasaba excepto daño.
Y tengo tantos nervios de llamarle, de escribirle, de escucharla.
No es miedo, tampoco inseguridad, es tan solo que sé lo feliz que me hará cuando diga la primer palabra al contestar, que no puedo esperar más, necesito escucharla ahora mismo.
Y le cuento, porque ella me lo pide, de las que fueron antes y nos reímos los dos.
Y sin preguntarle me cuenta de los que fueron antes que yo, y nos reímos los dos.
Y sin advertencia y con toda la calma del mundo te cuento la historia de "The blower's daughter". Prosigo y al final noto cierta tristeza en tus ojos, en tu cara que cambia poco a poco, tornando esa sonrisa en una mueca de empatía. Es triste y me da miedo, te digo, la incertidumbre de lo desconocido, de lo que pudo ser y nunca fue, o de lo que fue y era mejor quizás que no sucediera.

Quisiera decirte que fue una, pero son incontables las veces que perdí la fe en la humanidad.
Pero no puedo ni quiero juzgar(te,me,nos).
Hoy no, ni mañana ni nunca. Porque sabes algo? odio odiar.

Te has dado cuenta ya?
Nada se pierde realmente nunca.
Todo vuelve más temprano que tarde con otro nombre, a veces cuesta trabajo reconocer aquello que se fue.
Y a veces se olvida, pero haciendo un poco de memoria en una tarde soleada, con una taza de té los pedazos se unen solos.
Pero siendo los recuerdos nada más que eso, no importa.

Tomaba café mientras hablaban, no tenía nada que decir así que mientras contaban todo con detalle yo me limitaba a escuchar, a mirar alrededor.
Y entendí que nada se pierde realmente, nunca.
Es eso lo que quiero decirte.

Y en la indiferencia de no saber que es lo que dicen siento una mirada curiosa, nuestros ojos se cruzan por 1 segundo.

Me río si me equívoco y me río si te ríes cuando no encuentro las palabras tan necesarias un sábado por la mañana.
Y te digo ¿viste la película? y me contestas que no.
Hoy sentí como duele cuando te parte un rayo por la mitad.
Y me vacuno contra la rabia, pero dicen que no hay tal cosa como una pastilla contra los sueños flojos... y me enojo.
Miro mis manos a medianoche, siento que son fuertes aunque sean las mismas de toda la vida.

Y pienso después en el ciclo lunar de Fobos y Deimos en la que fue tu calle.
Me da risa, vengo a casa y escribo incoherencias que nadie va a comprender.
A veces te confundes y preguntas donde en lugar de cuando.
Y en un gesto milagroso me brindas tu sonrisa más auténtica a cambio de nada.
Y la vida no se detiene, pero somos psiconautas y pienso "caeran dictadores, fluirá nuestro verano". me reconforta saber que te conozco.
Le cuento los sucesos paranormales, personales y quizás algo banales de mis días más casuales.
Me despido y dejo cortocircuitos sin zapatos.
Tal vez no lo comprendo del todo, aquel color que tienen tus ojos cuando miran mientras recuerdas las palabras más cotidianas que a veces se te escapan de entre las manos, y miras así, con cierto desconcierto cuando te interrumpo.
Me cuentas de tu amiga... y yo quiero confesarte lo mucho que me gustaba hace tiempo.
Los números ordinales son un dolor de cabeza, no te lo voy a negar, pero por enesima-primera vez vamos por un café, y te veo de espaldas cuando ordenas lo mismo de siempre, y quiero abrazarte y sostenerte el resto de la mañana, todas las mañanas.
Y mientras caminamos te cuento que la semana pasada vi un payaso muy serio, sentado en una cafebrería, con globos a su lado teniendo lo que probablemente era la charla más importante de su vida.
Nunca imaginé que los payasos podían ser tan serios, mirar con solemnidad y hablar con serenidad.
La sincronicidad en mi vida me asusta a veces, más que sorprenderme.
Llegas tarde, llego temprano o todo lo contrario?
Ya nada me importa, porque nada se pierde realmente en este mundo, todo vuelve más temprano que tarde con otro nombre, otro rostro y otros labios.

Vida dulce trampa mortal.

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